Querida infancia

Hola a mí más querido y profundo yo infantil. Me encanta recordar mi infancia, puesto que fue feliz, un periodo corto en el que descubrí la vida, las emociones y en la que aprendí tanto, que me hizo ser quién soy ahora.

Sin duda los que me conectan con mi yo más infantil son mis hijos. Su visión del mundo me hace recordar todo lo que yo fui, aunque he de decir que la excepcionalidad de mis hijos a la hora de plantear situaciones y soluciones es la bomba. No era tan inteligente como ellos,  al menos así los veo yo. Debe ser pasión de madre.

Infancia

Hace meses que veo a los mellis muy infantiles para su edad, mientras niños de su edad tienen otra sapiencia y un desarrollo precoz en muchos aspectos, estos dos siguen a por uvas. Están en otra liga, su pandilla sigue el mismo nivel y ritmo, algo que me encanta. No pueden tener mejores amigos. En los recreos juegan aún al zombi, una especie de pillar, me parece de lo más divertido.

Y por ello, me planteo como era yo con 10 años, y caigo en que era más pava que ellos. Estaba a años luz de mis compañeras en muchos aspectos, así que vuelvo a pensar que no pasa nada, que ya espabilaran. A Dios le pido que tarde mucho en llegar, no es que quiera que no crezcan pero si quiero que su cerebro vaya madurando según les toque. Protejamos la infancia. Ya llegará otra etapa y las recibiremos con los brazos abiertos pero que tarde mucho. No tengo prisa.

Los veo felices, me gusta ver a uno de los mellis montando pistas de coches y que se pase horas jugando con cochecitos. Y al otro, jugando con los legos o releyendo algunos de sus libros con los que se muere de risa. Qué felicidad.

Qué sigan por mucho tiempo riéndose sanamente de los chistes malos que nos cuentan. Qué sigan por mucho tiempo jugando a los legos. Qué sigan por mucho tiempo diciendo que asco cada vez que alguien se besa. Qué sigan por mucho tiempo dejándome entrar en el baño mientras se duchan. Qué sigan por mucho tiempo siendo infantiles, es lo más bonito que tienen, sus despreocupadas risas me reconfortan y me conectan con mi más tierna infancia.

Puesto que llegará un momento en el que los chistes malos pasen al olvido. Puesto que llegará el momento en el que los legos no salgan de sus cajas y empiecen a coger polvo y nadie se los vuelva a clavar en los pies. Puesto que llegará el momento en que sueñen con recibir y dar besos. Puesto que llegará el momento en que no me dejen entrar en el cuarto de baño. Puesto que llegará el momento, en que dejen de ser infantiles y de estar como dice mi amiga L.B. apalomados.

En ese momento de adolescencia llegarán preocupaciones, sufrimientos, contestaciones, llantos y madurez. Aún se están forjando.

En el momento que comiencen a madurar echaré de menos sus despreocupadas risas sus abrazos locos, sus te quiero mamá. Sus jugamos a esto o a lo otro.

La madurez llega para todos hay adultos que no la alcanzan hasta los 30 años. Espero que les llegue antes. Pero que tarde en llegar puesto que seguramente les pasará lo mismo que a todos, que echamos de menos esos momentos en los que jugar era lo mejor del mundo, en el que ir a comer un sábado cualquiera, lo hacías rápido para irte a jugar y le metías prisa a tu prima para que terminara ya, porque irte a jugar con ella era lo más divertido del día. Y llegar a casa diciendo hoy ha sido un día estupendo, me lo he pasado genial. Ha sido súper. Os acordáis? Yo recuerdo perfectamente salir los sábados a cenar con mis padres a la Giraldilla (Carmona) y hacerlo rápido para irme a jugar y a corretear aquel antiguo edificio, me lo pasaba pipa.

Mi marido piensa exactamente lo mismo que yo, qué sigan siendo niños, que es lo que les toca. Siempre me dice lo mismo, los niños que espabilan rápido puede que vivan situaciones complicadas y ese sufrimiento es lo que les hace madurar tan rápido. Y le doy la razón. Repito de nuevo protejamos la infancia. Qué sigan siendo niños por mucho tiempo.

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